· La expropiación y explotación comienza en el proceso educativo por el cual los individuos acceden al conocimiento. ( Nota: ¿Es lo mismo acceder al conocimiento desde la metodología dialéctica que desde las metodologías positivistas o postmodernistas?).
· El sistema educativo prepara a los hijos de la clase trabajadora, en términos generales, para reproducir la posición que ocupan sus padres en el sistema capitalista, es decir, para ocupar un puesto en la gran masa de los explotados.
· porque su camino hacia la explotación comienza con un episodio radical de expropiación: lo que sucede con ellos en el interior de los centros educativos, una realidad absolutamente invisible de tan transparente como es.
· Es en los centros educativos donde se lleva a cabo la peor iniquidad con la clase trabajadora: el proceso de vaciamiento de sustancia intelectual, de capacidad para la autodisciplina y de energía moral de sus hijos.
· El sistema educativo debe funcionar para que a los hijos de la clase trabajadora —de una u otra forma, según el estrato de la clase de que se trate— les sea material y espiritualmente imposible hacer uso de esos medios y de esos instrumentos, de modo que les sea necesariamente imposible, en términos generales, alcanzar los mismos beneficios educativos que los hijos de la burguesía: de modo que ni su educación, ni sus conocimientos, ni el carácter que consigan construirse puedan constituir un peligro para la clase dominante burguesa.
· Bowles y Gintis hablaban hace treinta y cinco años de cómo el sistema educativo, al servicio de la burguesía, introducía ciertos “valores” de puntualidad, interés, responsabilidad y sentido del deber en los hijos de los trabajadores, para así utilizarlos mejor en los empleos a que estaban destinados; en realidad, como demuestra la deriva educativa actual, esto está muy lejos de ser así. Lo cierto es que hay una gran cantidad de adolescentes y jóvenes que no han conseguido tales valores, precisamente porque tales valores constituyen una buena parte del “carácter” (en palabras de W E. B. Du Bois, escritas hace cien años) que más peligroso puede resultarle a la burguesía.
· La expropiación económica de la mayor parte de los rendimientos productivos de su trabajo futuro, que tendrá lugar sea cual sea el método de extracción del plusvalor que la estructura económica ponga en acción, ha sido hecha posible por esta expropiación original de su inteligencia natural, por esta expropiación original de su capacidad de acceder al conocimiento y de su deseo de hacerlo, por esta expropiación original de su voluntad de aprender y dirigir su propia vida, por esta expropiación original de su autodisciplina para conducir su propia vida hacia el logro de sus intereses, por esta expropiación original de su capacidad de esfuerzo intelectual para hacerse cargo de la estructura de la explotación para la que se los está preparando, y a la que, sin duda, se los va a someter; en fin, por esta expropiación original de la responsabilidad y la fuerza de carácter que los haría capaces de salir adelante frente a las asechanzas de sus enemigos de clase. Esa expropiación original de su energía y de su capacidad intelectual, de su voluntad y de su autodisciplina, de los conocimientos necesarios para comprender, poner en entredicho y destruir el mundo que los somete y los explota, esa expropiación original, que realiza minuciosamente el sistema educativo desde sus mismos origenes, y a través de todos sus niveles y propuestas teóricas, no tiene nada que ver con el adoctrinamiento o la inculcación ideológica, que no son sino epifenómenos de esa expropiación material originaria.
· (…) Lo que sistemáticamente se logra es la imposibilidad de que el verdadero conocimiento aparezca, que se materialice un carácter humano capaz de interesarse por el conocimiento, capaz de esfuerzo en la búsqueda y el logro de conocimiento, capaz de energía en la lucha por el crecimiento moral e intelectual.
· El sistema educativo simula que se interesa por todos igualmente, simula que se empeña en que todos aprendan, simula que exige lo que debe exigir para que ese aprendizaje del conocimiento y esa forja del carácter se produzcan, simula que ese aprendizaje y esa forja se producen. Ese es el resultado mágico que parecen ejecutar las palabras con las que se miente: “progresa adecuadamente’; “suficiente”, y todas las demás que simulan producir el conocimiento en los alumnos a los que se les dedican. En efecto: las palabras sagradas de la evaluación han sido corrompidas y esconden un alma mentirosa, pero aún siguen produciendo los efectos mágicos que se esperan de ellas; en verdad, ahora no confirman, con su voz, que existen el conocimiento o el carácter en el alumno, que el alumno ha conseguido, con su esfuerzo de voluntad y de estudio, determinado nivel cognoscitivo: ahora, simplemente, hacen aparecer como por encanto ese conocimiento sólo con su presencia en el boletín de notas.
· porque se gobierna y se controla mejor a alguien desprovisto de espíritu, desprovisto de energía intelectual y moral—, es, sencillamente, por la diferencia que existía en las capacidades originarias (esas, precisamente, que han empezado a ser destruidas desde el principio del cursus educativo, es decir, esas de las que han ido siendo expropiados gradualmente desde su más tierna infancia, hasta llegar a ser estos seres sin carácter que ahora son: ahora que el sistema los arroja de si para que vayan a sumarse a la triste masa de los que deben someterse sumisamente al capital, porque ninguna otra cosa —al parecer— pueden o saben hacer).
· El sistema educativo público, en buena parte, no funciona para producir seres humanos completos, sino apariencias de seres humanos, seres humanos a medias, seres moral e intelectualmente deformes, incapaces de desplegar todo el potencial que se esperaría de un ser humano completo.
La enseñanza pública ha sido conformada en los últimos veinte años como una máquina de triturar cerebros, como una máquina de forjar seres humanos gravemente incompletos: preparados, sólo y exclusivamente, para el trabajo sumiso al servicio de la clase dominante; sin los conocimientos extensos y profundos que los harían comprender la sociedad en que viven y luchar para cambiarla.
una máquina de triturar cerebros, como una máquina de forjar seres humanos gravemente incompletos
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