jueves, 12 de enero de 2012

LUCHA DE CLASES EN EDUCACION-2

TRES NOTAS SOBRE
LA LUCHA DE CLASES EN LA EDUCACION

 
Tres Notas sobre la lucha de clases en la educación.

Salustiano Martín

El Viejo Topo.
 
Nov. 2011, nº 286,pág. 51-57


IDEA GENERAL 2:
Hechos, datos ,opiniones y argumentos en las que se sostiene la idea

2.-La Teoría Educativa de la burguesía progresista y los intereses estratégicos de la clase trabajadora


2.1.-La Teoría Educativa de la burguesía:
Estimular la pasividad
y la apatía por el conocimiento y el saber.


En el sistema capitalista (cuya ideología liberal proclama la libertad de los individuos para construir su propia vida de acuerdo con sus deseos, sus intereses y su voluntad)

Se supone que el espacio de la educación es el espacio de la equidad en la medida en que se trata de un sistema que abar­ca a todos los hijos de la nación, sean cuales sean sus orígenes de clase, pero esto no es cierto en absoluto.

Los dos discursos educativos que contienden sobre la arena política y educativa encuentran sus razones en el inte­rior de una misma clase: la burguesía. La contradicción entre esos dos discursos es una contradicción que se produce y se juega entre facciones de una misma clase: la burguesía.

La educación que le gusta a la vieja derecha, a la burguesía más conservadora, es la severa (y muy antigua) educación jesuítica; la educación que le gusta a la nueva bur­guesía (pseudo)progresista es la ya rancia educación “nueva” del siglo XIX, propuesta de la pequeña burgue­sía que bebe en las fuentes ideológicas del liberalismo decimonónico, más o menos rejuvenecido por Dewey y demás compañeros de viaje: el viejo idealismo romántico pasado por los intereses “manuales” de la producción capitalista.

La perspectiva del marxismo determinista y mecanicista de la II Internacional es la misma que la de los pseudoprogresistas educativos: no forzar las cosas, no obligar a los niños a estudiar o aprender más allá de lo que les pidan las necesida­des de su cuerpo o de su alma (de acuerdo con su presunta evolución individual): dejar obrar a la naturaleza. Se supone que la naturaleza hará lo que tenga que hacer y conseguirá que del interior de los niños surja, como por ensalmo, el conocimiento que se halla en ellos encerrado; esto se llama educación platónica.

El pensamiento educativo pseudoprogresista está hegemo­nizado (política, cultural e ideoló­gicamente) por los intereses de la pequeña burguesía.

No hay en el discurso educativo dominante en la socialdemocracia realmente existente ninguna mención seria a los intereses intelectuales de la clase trabajadora, ni, mucho me­nos, a sus intereses autoemanci­padores

En efecto, la educación lúdica rusonía­no-platónica tiende a producir cierto tipo de práctica política basada en la pasividad de la ciudadanía….

Los educadores platónico-ru­sonianos, olvidando (peor aún: despreciando) la capacidad inte­lectual de los niños de la clase tra­bajadora, y renunciando a conducirlos al conocimiento del mundo natural y social, a la voluntad consciente y a la auto-disciplina, los ponen en situación de sufrir la correspondiente socialización destructiva dentro de un medio social dominado por el discurso hegemónico burgués del consumismo com­pulsivo, la falta de interés colectivo solidario y la pasividad política, y acaban dejándolos a merced de los politicastros manipuladores de la derecha más reaccionaria, o de cualquier salvador de la patria amenazada que los engañe con sus sofismas y los arrastre hacia posiciones aún más autodestruc­tivas.

Esto constituye la prueba aplastante de la ineptitud de los educadores (y del discurso educativo) rusoniano-platóni­cos, porque demuestra la escisión entre una retórica educati­va grandilocuente (enjaezada con hermosas palabras, altiso­nante propaganda de presuntos fines magníficos) y los hechos miserables provocados.

Su obra ha sido un fracaso concluyente, sí. A no ser que pen­semos, como es razonable pensar, que, en el fondo, han con­seguido lo que verdaderamente buscaban (la destrucción de las energías intelectuales, de la voluntad consciente y de la autodisciplina de la clase trabajadora) y que la grandilocuente retórica “buenista” que se han venido gastando no es más que una cortina de humo que pretende ocultar esa finalidad des­tructiva. Trabajar desde dentro para destruir al enemigo: a esto, los manuales de la lucha política lo llaman “sabotaje”.


……y ello, porque trabaja en el seno de la sociedad civil para proproducir la apatía intelectual de los trabajadores.


(…) los hechos que ahora lamentamos, que son producto necesario de su teoría, se encargan de asegurar que así es: la que se ha beneficiado del discurso educativo idealis­ta que ha dominado en nuestro país, entre la izquierda, en los últimos veinte o treinta años, ha sido la burguesía. Y, con ese beneficio, ha fortalecido como nunca su hegemonía.


2.2.-Intereses Estratégicos de la clase trabajadora



De modo que sería es­trictamente necesario salirse de esa contradicción estéril, que no nos ata­ñe, para ofrecer(nos) a los trabajado­res una alternativa propia, la que se proyecte hacia (y desde) los intereses educativos de los trabajadores: cono­cimiento, voluntad, autodisciplina, conciencia de clase. Sin esa alternativa a nuestra disposición, la más profun­da derrota de la clase trabajadora es un hecho.

  
Necesitamos una teoría educativa (y política) propia de la clase trabajadora y apropiada para los intereses dela clase trabajadora; necesitamos una organiza­ción que pueda hacer posible el desarrollo de la práctica pro­puesta (y presupuesta) por esa teoría; necesitamos una volun­tad de acción contrahegemónica y una disciplina para la acción contrahegemónica: ……


….sólo así podremos tratar de cam­biar la actual correlación de fuerzas, es decir, sólo así podre­mos ponernos en situación de combatir contra la hegemonía de la clase burguesa y de avanzar hacia la hegemonía de la clase trabajadora.


Necesitamos, pues, una teoría de la acción educativa efi­caz (de acuerdo con los intereses contrahegemónicos de la clase trabajadora). La medida de su eficacia se determinará, precisamente, por su capacidad de liberar a los profesionales de la educación (en cualquiera de los espacios en que ejerzan su trabajo, incluidas las propias familias) del efecto narcoti­zante producido tanto por la pedagogía centrada en el niño y en sus deseos primarios, como por la pedagogía lúdica plató­nico-rusoniana (pedagogías que parecen ser una y la misma). Su eficacia se medirá en su capacidad para producir un avan­ce hacia la autoemancipación intelectual de la clase trabaja­dora, hacia su reforma intelectual y moral, hacia su hegemo­nía dentro de la sociedad civil y dentro de la sociedad política (es decir, en la totalidad del Estado).

Los tres pilares de la educación (es decir, los tres fines bási­cos de la formación intelectual), según los intereses de la clase trabajadora en lucha por su hegemonía, son: 1) el conoci­miento del mundo natural y social (y de su historia), para sa­ber de dónde venimos, dónde estamos y a dónde es preciso que lleguemos; 2) el logro de una sólida voluntad consciente que quiere aplicarse sobre una realidad miserable con el preciso fin de producir su subversión; 3) la forja de una autodisciplina ap­ta para dirigir los propios desti­nos como individuos, como clase y como nación.




CONCLUSIÓN-2:



Son su práctica destructiva de la po­tencialidad intelectual de los niños, su ineptitud en la educa­ción de la voluntad consciente de los niños y su negativa a propiciar la autodisciplina de esos niños, las que han provoca­do la actual situación de miseria cultural y moral de los centros de enseñanza públicos de los barrios en que vive la clase trabajadora.



Diseño Didáctico: Miguel Ángel Puerto Fernández






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