Huelga de profesores en Chicago.
Dossier
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Micah Uetricht · Harold Meyerson · Eugene Robinson · Sam Pizzigati · ·
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23/09/12
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La huelga
de enseñanza de Chicago, concluida después de una semana a satisfacción, en
principio, de su robusto sindicato, ha supuesto una prueba de fuerza entre
sus miembros y aquellas autoridades que, tal como ponía en guardia Michael
Hudson en su reciente artículo publicado en SP [La guerra de Wall Street
contra las ciudades], se disponen a reducir prestaciones y derechos de los
trabajadores de servicios urbanos esenciales en los Estados
Unidos.
Perspectivas, situación y avances
Profesores
y estudiantes del sistema escolar público de Chicago volvieron a las aulas el
miércoles [19 de septiembre] por la mañana después de que los delegados
sindicales votasen el martes por concluir una huelga que había durado siete
días. El sindicato consiguió una serie de victorias significativas, entre
ellas una disposición según la cual las pruebas de puntuación de los
estudiantes no contarán más de un 30% en la evaluación de los profesores, y
otra que concederá los profesores mayor sueldo a cambio de jornadas y años
escolares más prolongados. El contrato propuesto debería ultimarse y
aprobarse en las próximas semanas. No obstante, de acuerdo con casi todas las
estimaciones, en su pulso con el alcalde Rahm Emanuel [1] el sindicato
aparece como claro vencedor.
Uno
de los escollos en las negociaciones se refería las evaluaciones de los
profesores y el papel que la puntuación de las pruebas de estudiantes tiene
en ello. Emanuel está entre aquellos reformadores nacionales que contemplan a
los sindicatos como un obstáculo para la mejora del rendimiento de los
estudiantes y que subscriben la filosofía de que lo que más necesitan los
distritos escolares pobres, de bajo rendimiento, son mejores profesores. Los
profesores de Chicago han subrayado a lo largo de su lucha que quieren
sopesar el debate de la reforma educativa y que su misión en lo que eso
respecta rebasa con mucho el contrato individual.
Con
una militancia recién movilizada, extendidas relaciones con grupos
comunitarios, y gozando de la confianza de buena parte de la opinión pública,
el Chicago Teachers Union (Sindicato de Profesores de Chicago) se ha situado en
condiciones de desempeñar un papel de guía en los debates de la ciudad, que
dispone de un sistema escolar enormemente estratificado entre colegios
públicos especializados y privados bien financiados y aquellas escuelas de
barrio que se caen a pedazos, en el que más del 91% de los estudiantes de
colegios públicos son niños de color, más del 90% asisten a escuelas
hipersegregadas, y el 82% son lo bastante pobres como para tener derecho a un
almuerzo gratuito o de precio reducido. Sus esfuerzos podrían abrir camino
para que los profesores de otras ciudades se organizasen del mismo modo.
Mientras
iban saliendo los delegados sindicales de la reunión del martes por la noche,
muchos declaraban estar aliviados por volver al trabajo. Los profesores se
abrazaban unos a otros en el aparcamiento, y sus partidarios daban gritos
mientras portaban carteles en los que se leía: “Estamos orgullosos de
vosotros, CTU”. Los profesores empezaron inmediatamente a hablar de cómo
traducir el impulso de la victoria en el asunto del contrato a un movimiento
más amplio. Estos profesores quieren replantear el debate de la reforma
educativa que se ha concentrado en el rendimiento del profesorado para pasar
a encarar las barreras estructurales a los logros estudiantiles, entre las que
se cuentan los recursos enormemente desiguales asignados a estudiantes pobres
y estudiantes de color en los colegios públicos de todo el país. Los
reformadores educativos han presentado a los sindicatos de profesores como un
problema para los estudiantes de los colegios públicos urbanos; el sindicato
de Chicago quiere presentarse como solución.
Los
padres estuvieron en gran número del lado de los profesores durante la lucha.
A principios de 2012 formaron una organización de apoyo, Parents 4 Teachers
[Padres con los Profesores], para respaldar los contratos de los profesores y
mostrar que no veían como enemigos a los maestros ni a sus sindicatos. La
activa Chicago Teachers Solidarity Campaign (Campaña en solidaridad con los
profesores de Chicago) movilizó a aquellos miembros de la comunidad que no
eran padres en apoyo del sindicato. Grupos comunitarios como la
Kenwood-Oakland Community Organization y Grassroots Collaborative
(Colaboración de base) tuvieron un papel clave en la organización de manifestaciones
y reuniones públicas.
Estos
vínculos no son fruto de una apresurada casualidad a fin de dar una pátina de
apoyo sindical desde los barrios. Se basaban en relaciones a largo plazo
desarrolladas desde que el Congress of Rank and File Educators (CORE, Congreso
de Educadores de Base) tomó el control de la dirección sindical en 2010 y
puso de relieve en su programa su oposición al cierre de escuelas y a una
usurpadora privatización mediante la apertura de nuevas escuelas autónomas
(“chárter schools”), [2] —reformas impulsadas durante años por el
antiguo alcalde Richard M. Daley y la anterior directora (hoy Secretaria de
Educación) de los Chicago Public Schools (Colegios Públicos de Chicago), Arne
Duncan—, además de recalcar las sólidas relaciones con asociaciones
comunitarias y de padres. Si bien los profesores tienen limitaciones legales
para hacer huelga sobre cuestiones económicas, Karen Lewis y los demás
dirigentes sindicales insistieron desde el principio de las negociaciones
sobre contratos en que su lucha rebasaba lo que pudiera conseguirse en este
terreno.
“Ese
contrato sólo rige sobre una parte de aquello por lo que estamos luchando.
Estamos luchando por la educación pública misma”, afirma Eric Skalinder,
delegado y profesor de música de la Kelly High School de Brighton Park, un
barrio pobre, mexicano en su mayoría, del sudoeste de Chicago. Skalinder mira
hacia los aliados buscando un rumbo para las próximas luchas del sindicato.
“Estos socios dentro de la comunidad y las alianzas de los padres son
nuevos”, cuenta. “Nunca hemos estado más movilizados o unificados. Tenemos
que centrarnos en combatir las privatizaciones, abogar por escuelas de
barrio, todo eso”.
Es
sobre todo el cierre de escuelas el que preocupa a delegados sindicales y
organizaciones comunitarias. El alcalde Emanuel ha propuesto cerrar de 80 a
120 escuelas públicas y abrir, en cambio, 60 escuelas autónomas, lo que
muchos consideran un plan no demasiado sutil para debilitar a los sindicatos
de profesores e impulsar la privatización. Fuera de los locales sindicales de
un distrito industrial del barrio chino en los que se reunieron los
delegados, Kirstie Shanley, terapeuta ocupacional de la Walt Disney Magnet
School [Escuela Especializada Walt Disney], [3] afirma que la
terminación de las negociaciones sobre contratos debería conducir a un rápido
desplazamiento de la movilización para luchar contra estos cierres.
“La
comunidad, medicos, padres, profesores, a todos les hace falta saber que hay
un límite”, dice Shanley. “Rahm y [Jean-Claude] Brizard [jefe de las Escuelas
Públicas de Chicago] tienen que ser conscientes de que cada vez que anuncian
el cierre de una escuela para convertirla en autónoma, estaremos listos para
movilizarnos y contraatacar”. Afirma que existe un movimiento significativo a
favor de un referéndum que exija terminar con lo que ella denomina los
“abusos” de la junta escolar no electa de la ciudad.
Sea
cual sea su próxima batalla, los 26.000 profesores parecen estar listos, tal
como sugería un mensaje de aviso que circuló entre ellos el martes por la
noche ya tarde: “ALERTA CTU: Id el miércoles vestidos de rojo.
Quedad en el aparcamiento antes de entrar en liza. Que vayan todos JUNTOS.
Esto es el principio”.
[1]
Recuérdese que Rahm Emanuel fue un peso pesado de la campaña y el equipo de
Obama, desempeñando el papel de Jefe de Gabinete de la Casa Blanca entre 2009
y 2010, puesto que abandonó para presentarse a la alcaldía de Chicago. Antes
había sido miembro por Illinois de la Cámara de Representantes en el Congreso
Federal entre 2003 y 2009.
[2]
Las llamadas “charter schools”, punto esencial de disputa en estos
conflictos, son colegios de enseñanza primaria o secundaria, semejantes a los
denominados “concertados” en el Reino de España, que reciben fondos públicos
(aparte de donaciones), pero pueden no atenerse a las reglamentaciones y
disposiciones de los colegios públicos a cambio de comprometerse a impartir
ciertas materias o conseguir determinados resultados que se fijan en sus
estatutos (“charter”).
[3]
Las “magnet schools”, literalmente “escuelas imán”, son colegios
especializados que atraen a los estudiantes del distrito interesados en las
enseñanzas específicasque imparten.
Micah Uetricht, licenciado en sociología por la Loyola University
de Chicago, es colaborador de publicaciones como In These Times, Alternet
y TheNation.com.
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domingo, 30 de septiembre de 2012
EL PROFESORADO SE MOVILIZA EN EEUU
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